4.5.07

trozos de sandía

1. Compre semillas de Sandía. Puede hacerlo en muchos lugares, ahí depende de donde se encuentre, de la cercanía de las posibilidades, de sus intereses, etc.
2. Plantar las semillas. El mejor lugar es siempre el patio de su casa, pero si vive en departamento, puede siempre hacerlo hidropónicamente o techisticamente, volátilmente, arrendar un terreno, comprarse un campo o pedirle prestada la casa a alguien.
3. Crecer las semillas. Dicen que a los miembros del reino vegetal, hay que hablarles. Al parecer les hace bien escuchar a Mozart y Metal de vez en cuando, pero no está realmente comprobado. En el caso de las sadías, es mejor no hablarles, porque se ponen celosas unas de otras. Si no me cree, vaya al campo y lo puede comprobar en terreno. Puede tocar guitarra. Eso, en algunos casos, hace el interior de la sandía mucho más dulce y jugoso, y el verde exterior, resplandeciente.
4. Cosechar. No hay mucha ciencia en eso. Crecen las sandías y las saca bien de la tierra. Recuerde que tiene que limpiarlas de la tierra para después poder ejercer correctamente el paso número 5.
5. Ponga todas las sandías que obtuvo en una cesta gigante o cualquier tipo de recipiente que pueda contenerlas a todas. Una vez instaladas, cuando están todas a la vista, comienze a golpeterlas con la palma abierta, una a una, para poder comprobar el sonido. Eliga la sandía que reproduzca desde lo rojo el sonido que más le guste.
6. Con la sandía escogida, se completa la receta. Lo ideal para terminar, es vestirse de blanco. Como herramientas, necesita en este caso un cuchillo que le sirva para cortar la sandía y un martillo o cualquier elemento que le sirva para aplastar. Cuando haya conseguido estos últimos elementos, puede pasar al siguiente paso.
7. Definitivo. Tome el cuchillo y parta la sandía en dos. Tomé una mitad y comienze a comérsela. La parte roja, jugosa, exquisita, devórela con locura, no lo piense tres veces, sienta como corre el jugo por las orillas de su boca y como va manchando su ropa blanca. Deje lo verde. Luego tome el otro pedazo y con el martillo, comienze a pegarle. Péguele lo más fuerte posible, que salte jugo a su cara, que la mesa se chorree entera. Sienta el poder de aplastar y deshacer la sandía. Hagala añicos, no puede quedar nada. El trabajo estará realizado cuando lo rojo sea solo un jugo y lo verde esté tan golpeado que no sea reconocible. Si está de ánimo, siempre puede comerse los trozos de sandía verdes, pero no es absolutamente necesario.
*si desea repetir el ritual, sólo tiene que escarbar en la tierra y buscar las sandías que crecerán sin su permiso.

5 comentarios :

  1. Anónimo dijo...

    Ya, y?

  2. SugarCube dijo...

    machacaría a todas las intrusas
    y a los anónimos.

  3. Unknown dijo...

    Quizá coma un pedazo machucado.

    =)

  4. Sierra dijo...

    Hummm... No sé si entendí del todo lo que quisiste decir. Si no quisiste decir nada, salvo lo que escribiste, está bien; aunque personalmente prefiero comerme la sandía con algo de calma. La violencia la reservo para las personas.

    Pero si es una metáfora... Odio las metáforas.

  5. Sierra dijo...

    Otra cosa: lo leí entero pensando que tendría un final con ¡CATAPLUM! Que no lo haya tenido, pensándolo bien, es una excelente señal. Podría pensarse que ponerse a machacar las sandías es un cataplum, pero yo pensaba que se pondrían a hablar, o algo así.

    Más hummms.