13.5.07

ella que se tropieza sobre el

Estaban sentados escuchando música. En la pieza de estar, en medio de la noche, sus sombras rebotaban en la pared justo al frente de donde apoyaban la espalda. Hacia 6 canciones que habían dejado de hablarse. Ya no se miraban.
Ella usaba una polera negra, de manga larga, con escote redondo. Tenía el pelo amarrado en un tomate y le caían unos pelos porfiados por la cara. Usaba una falda corta. Una minifalda de jean y pantys negras, redecillas. El llevaba un pantalón verde oscuro y una polera blanca. También de manga larga.
Se habían sentado en el piso, a pesar de tener un sillón lo suficientemente amplio para los dos, justo al frente de la radio. El no sabe realmente porque se sentó ella en ese lugar, supone que era para que la lámpara reflejara su sombra o para hacer algo distinto. No sabe. Pero la siguió igual, sin preguntar nada.
Las últimas palabras que se dirigieron fue para discutir qué música escuchar. Decidieron finalmente, poner todas las opciones y dejar que la radio decidiera. Terminaron escuchando a Gepe.
El silencio musical que los enredó durante los primero 30 minutos fue en un principio incómodo, pero al cabo de 10 minutos, habían logrado transformarlo en comunicación. Los movimientos que ella hacía con su cabeza, tan sutiles e inexactos, le eran transmitido a el a través de las sombras en la pared. Todas las reacciones que ella tenía, eran interpretadas por el de distintas maneras, que confundido al lado del sofá, quería solo poder voltearse para poder oler su cuello. La verdad, era que ella solo se impresionaba por las canciones. Aunque a veces, le daban ganas de apoyar la cabeza en su hombro y cuando esto sucedía, movia su cabeza hacia el. Nunca alcanzó a realizar el acto; sus inseguridades se lo impedían.
Las cosas sucedieron, como típico en ellos, por un error. El primer paso fue un tropiezo de ella, cuando justo por la emoción que le causó una de las canciones del disco, se movió sin pensarlo, apoyando sus manos en el suelo, justo posando la mano derecha sobre la mano izquierda de él.
Este, que había estado esperando una señal por mucho tiempo, se vio ilimitado por el gesto, decidiendo sin meditación, que era el momento de besarla. Se acercó hacia ella lentamente, para que se diera cuenta de lo que iba a hacer, pero lo suficientemente rápido para que no pudiera resistirse.
Cuando se juntaron, ella sintió que se le escapaba el corazón de una carrera. Estaba nerviosa, hasta que él, en un arranque de emoción, y manteniendo las manos unidas en la alfombra, fue a buscar su cuello con la manos derecha.
El olor, el aroma, los labios perfectamente delineados que ella lucía como si nada. La música, las luces, el pelo largo que ella enredaba en sus dedos cuando llegaba a su nuca.
Felices estaban, besándose por canciones enteras. Abriendo los ojos de vez en cuando, esbozando una que otra sonrisa cada vez que se encontraban espiándose. A estas alturas, ella ya se había apoyado en la pared, atrayéndolo con el brazo enredado en su cuello.
Del cuello, su mano bajó a su cintura. De 7 canciones, el cd terminó y comenzó a sonar Portishead. Cuando los dedos de el rozaron un trozo desnudo de su cadera, ella como reflejo, dobló ligeramente la rodilla izquierda. Y él recordó así cuanto le habían gustado siempre sus piernas. Y decidió recorrer sus muslos, con su palma temblorosa por el costado y girando por la rodilla para devolverse por dentro.
Y ella no decía nada, porque sus rozes eran perfectos y ya sus sombras no eran dos, sino una grande y deforme figura en la pared.
Y él, que emocionado repasaba lentamente su lengua en la de ella, seguro de que no dejaría nunca más de besarla, seguía explorando su muslo.
Cuando el límite de la falda terminaba, y se acercaba cada vez más hacia donde nunca pensó que ella le permitiría llegar, el roze del muslo, cubierto por una panty negra de redecilla, cambió radicalmente a una suave contextura. Ella llevaba pantys cortas, que llegaban hasta la mitad del muslo y por lo tanto, el había llegado sorpesivamente a su piel. Del impacto, el beso que los unía se vió estrepitosamente interrumpido, la miró a los ojos, sorprendido y buscando una explicación.
Ella entonces divertida le sonrió, y tomándole la cabeza con las dos manos lo devolvió a sus labios. Él supo, en ese minuto, que nunca más podría salir de ahí.

8 comentarios :

  1. SugarCube dijo...

    probablemente a ella le gustan más las sombras deformes producto de una unión que la misma deformidad de su propia sombra en soledad..
    te dejé algo en mi testamento
    saludos

  2. Nacho ® dijo...

    Ya te dije por msn.


    Ella y él me duelen mucho. Son simplemente yo y ella, o tu y él, o el y ella...

    En fin, creo que me entendiste.

    Es facil ser él cuando lo presentas así.

    Saludos.

  3. @slz_ dijo...

    y despues? no se la sacó de encima ni con un estudio de abogados.

  4. Vallejo Jones dijo...

    fuck me now, love me later.

  5. Vallejo Jones dijo...
    Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  6. Vallejo Jones dijo...

    ayy no se que hice. como que se publico dos veces y por borrarlo dejé la cagadaaaa, sorry

  7. Sierra dijo...

    Sí, en la puc.

    Lo interesante viene después.

  8. Anónimo dijo...

    Pero qué chico es el mundo en verdad, pareciera que todos, además de conocernos en persona, tenemos blogs y terminamos encontrándonos en la red.

    Qué bueno que estés en Periodismo, yo cuando puedo voy a bolsear a las salas de computación, o simplemente a dar vueltas y vueltas por CC, en verdad me encanta ese lugar.

    Te posteo aquí porque me encantó, simplemente me encantó este texto.

    Saludos y suerte