26.3.08

hablemos del silencio

Escuchas es canción por azar. Suena, sucede, inevitable como el otoño. Pero dentro de ti se mueven las teclas, se anclan los respiros extrañamente, furtivamente, mentirosos tal vez, de no querer reconocer que al escucharla te acuerdas de ella.
Un riff, las notas que se van a la mierda, su voz, esa voz, el momento que recuerdas, cuando creíste que morirías en su cama si no despertaba luego. Y después el miedo que te invade, la desilusión de la que no puedes escapar, como van terminando las cosas, como el último coro deja espacio al silencio; pero en tu mente, claro, porque la canción no termina aún, es la idea del fin lo que te atormenta.
Ese día en el estudio, cuando no la escuchaste llegar y te pilló sentado en el piano, gritando y golpeando teclas, llorando, jadeando y luego botando todas las partituras por el balcón. Tras de ti, su belleza, su seguridad, la calma que era capaz de producirte te hizo caer de rodillas. Ella, sacándose primero los tacos te besó tiernamente en el suelo, luego puso un segundo taburete en el piano y comenzó a tocar. Angelicalmente, con todas las respuestas que necesitabas, brillaba ella en el lugar justo al lado de donde debías de sumergirte tú. Ese día supiste que la amabas, cuando tocaron juntos lo que sería considerado por ella, la mejor canción que inventaron.
Ahora en cambio, en la ausencia constante que te deja su sombra, hace que estos lugares comunes se vuelven tortuosos, incluso desafiantes, ¿cuánto rato eres capaz de soportarte? Hoy, como aquél día, caes en picada a la necesidad, a darte cuenta de cuánto la amas aún.
La canción comienza a terminar realmente. Corres a buscar su última novela. Repasas todos los párrafos donde crees que ella te encontró a ti. Te buscas en sus páginas. Sigues sin saber si ella, en algún lado, te sigue buscando en sus letras.
Luego el silencio, y todo vuelve a como era antes, la incertidumbre se relaja en los lugares olvidados de tu memoria. Sigues con tu vida, obviándola lo más posible, cada vez que te vuelves a sentar en el piano.

1 comentarios :

  1. dani dijo...

    sabes que no puedo evitar comentarte en msn y por eso no posteo acá

    pero me encanta

    tiene ese no se qué que tienen que tener las ficciones para conmoverte entera

    es como en el libro que estoy leyendo, que no puedo ni estudiar porque me tiene total y completamente envuelta en su magia

    y no quiero que un personaje muera

    nada podemos hacer para evitar esos sucesos, supongo...