19.3.11

Lo que siento

Soy todos los santos.

Calle 13, Latinoamérica.


Me acuerdo una vez que un amigo, en estado psicótico, me dijo que quería abandonar a alguien camino al Sol. Así, tal cuál: convencerlo de que el camino sería lo mejor de su vida, y una vez llegado allá, hacia donde la luz era inevitable, pedirle que se bajara del transporte, para luego seguir el camino sin ningún drama en abandonarlo a mitad del recorrido.

Mi amigo estaba loco. Estaba en una clínica. Estaba loco.

La mandíbula me pesa, mientras espero a que Comandante Oso me venga a resucitar de este letargo alcoholico. Entonces pienso en cosas que he dicho...

Por ejemplo: "no quiero dejar de quererlo". La idiotez más linda que se me ha escapado. Ya sabes, el amor, en su dulzura, me llena de satisfacciones. Aún cuando no se logra, aún cuando no es correspondido. El cariño es una plenitud que me hace grande y egoísta: el placer de sentir algo intenso, inamovible, que puede traspasar a otros aún cuando no a ese mismo... me encanta. Y si no es correspendido, tal vez mejor, porque me da para tomar más cerveza y quejarme y sentir más intenso de lo que sentía antes de sentir.

Al final, ¿para qué sirvo sino para esto?

Pienso en las infinitas posibilidades. Pienso en cómo este momento podría haber cambiado dependiendo de los últimos días. En el desarrollarse de las horas, en el despliegue de sentimientos, en el orden de las cosas. Tan azaroso. Si no estuviera donde estoy, estaría probablemente haciendo el amor sentada en un auto estacionado en un callejón oscuro de... no sé, ¿Bellavista?
En cambio estoy acá, sonriendo de mi desamor, sonriendo porque la valentía que me inspiró hace más que quejarse después de no obtener lo querido. Incluso el contrario: mi coraje quiere encontrar otra víctima, quizás yo misma. Mi corazón quiere tratarse a sí mismo después del todo, quiere ponerse a prueba y encontrar otras escapatorias, otros corazónes, quiere querer y agrandarse hasta conquistar el mundo.

Me encanta querer, me hace sentir bien. El amor... en cualquiera de sus capas, me hace eterna.

¿Qué más puedo decir?

Soñé que era Kate Winslet, o era Rose, en el Titanic. Y que naufragabamos en medio del atlántico. Soñé que nos ahogábamos y hacía frío. A mi lado Jack agonizaba de frío, y yo tiritaba pero me mantenía.... Soñé que Jack moría a mi lado, y yo sentía su espasmo. Me sumergía en el agua tétrica y lo buscaba, antes de que se hundiera, para hacerle respiración boca a boca. Me llenaba del agua helada que se había tragado y la escupía, lo hacía resucitar. Él vivía, y un barco nos venía salvar y nos íbamos a vivir a Valparaíso. Allá teníamos una vida nueva.

Señores, en mi corazón yo no cometí ningún crimen. En el jardín yo no sembré ninguna mentira. Lo que pasa, ahora que se me enturbian los ojos, es la pura verdad.

¿Juguemos a encontrarle sentido?


1 comentarios :

  1. Santiago Paz dijo...

    Nada más contrariante y temible que el amor. Por ahí leí una vez que era una enfermedad poderosa: ataca cerebro, corazon y todo el cuerpo. Sentirlo es para valientes, mártires si se quiere. El alcohol es ese bendito lubricante que hace que sintamos todo a millones de años luz flotando. Que revuelve los pantalones, las visceras, el cerebro y el pelo y te deja con ese saborcito único, característico.

    No dejes de amar.