12.12.09

Tiembla ante el Sol de mi Cielo

Porque al amanecer él me besa los hombros. Con cuidado. Se preocupa de seguir el camino de mis lunares, uno por uno, con esa suavidad perfecta que provoca su barba. Y yo me despierto con su saliva sobre mi aura; me despierto porque siento su aliento despertando mis energías, pidiéndome más.
Y cuando despego mis párpados antes de verlo en la oscuridad de ese momento que te otorga la vigilia antes de apodararse de ti, justo en esa fracción, puedo sentir su sabor pasando por sobre mis labios y hasta el último rincón de mis costillas. Ahí donde se anudan cada uno de mis temores, tal cuál los dejaron los otros, tal como se los entregué a él.
Así es como lo siento al despertar. Tan perfecto, tan humano. Tan calientito en su cariño, tan mío en su querer; así es como yo misma lo siento, como un susurro profundo que se difumina a lo largo de mi cuello.

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