29.3.07

...mmm...

Bueno, fui memeada. Término que me era desconocido, por lo que tuve que hacer prácticamente una investigación periodistica para poder ejercer el memeamiento. Así que bueno, ahí va:

  1. Vivo de noche: Durante el día hago las cosas normales pero de manera somniolenta. Prefiero la noche para hacer cosas mías, como escribir o leer o recortar fotos, armar cosas o tejer. Incluso a veces me quedo despierta solo para escuchar música (sorry Tomás, no sabía que te despertaba). Por lo mismo, me carga cuando amanece. Si me quedo infinitamente despierta y comienza a salir el sol, rápidamente me escondo e intento quedarme dormida lo más rápido posible; me dá una sensación de que las cosas están delimitadas y que no puedo quedarme para siempre en lo mío, que las cosas se terminan porque es así y punto. Rollos inútiles de los que Parcela se burla continuamente. Pero que le vamos a hacer, yo soy así (tanán).
  2. Sueño mucho: Todas las noches sueño algo. Sueño y es como si fuera realidad. Cuando tengo pesadillas es lo peor, me despierto con mucho miedo, como primer recurso prendo la tele, luego la luz. Si no se me pasa llamo a alguien por telefono y ya si es mucho, como la otra vez, me voy a acostar con mis papás. Es normal que desarme la cama entera, o que me despierte con los pies en el respaldo de la cama. Como a los 13 mi hermana me dijo que no me iba a recibir más en su pieza si tenía miedo y comenzé a asumir los sueños un poco más como solo sueños. He tenido dos sueños premonitorios en mi vida, uno de los cuales descubrí hace muy poco revisando mi diario de vida.
  3. Me obsesiono con las cosas: Así de simple. Cuando algo me gusta mucho, me obsesiono. Averiguo todo lo que hay por saber y hablo todo el día de eso. Me pasa con cosas variadas, desde Brian Molko, pasando por la familia Clutter, hasta la serie Heroes (la gringa).
  4. Colecciono Barbies: Partí con la colección desde chica. Con las barbies típicas y sin mayor revolución. Fue cuando llegué a Santiago y mi mamá me dijo que las regalaramos que comenzé a valorarlas y a mantenerlas bonitas. Con el tiempo comenzé a averiguar como comprar barbies de colección; ahora tengo 8 barbies de colección en sus cajitas. Mi papá me trae una cada vez que se va de viaje y el resto las he comprado por internet. Incluso tengo fotos de las barbies que me quiero comprar en una carpeta en Mis Imagenes. Son como una pseudo obsesión.
  5. Soy poco constante: O como me dicen en mi casa "tengo partida de caballo inglés y llegada de carretonero". Es que siendo impulsiva hay muchas cosas que me llaman la atención y me embarco hasta que se me acaba el impulso o cambio el objetivo por otra cosa igual de llamativa. Siempre tengo ganas de hacer cosas, digo que las voy a hacer y me organizo, pero al momento de los "kiubos" siempre arrugo. Es una mezcla extraña entre impulsividad y flojera. Que lindo, no?
  6. Soy muy sensible: Las cosas me afectan mucho. Todas las cosas en general. Soy llorona, suelto lágrimas muy fácilmente. Con películas o comerciales, reportajes, libros. Todo me afecta y no solo en el tema del llanto. Puedo bajonearme mucho o estar muy feliz por cosas que nisiquiera me están sucediendo a mi. Soy susceptible a mi entorno. Me impresiono y me quedo pegada en un pensamiento. Muchas veces me siento mal por problemas ajenos, Y ni decir cuando yo tengo un problema, soy practicamente incompetente. Nunca actúo correctamente porque el sentimiento me ciega y no logro ser objetiva ni ver las cosas en su totalidad. Por lo mismo, dependo mucho de otras personas. Y cuando me está pasando algo o vi algo impresionante, lo sueño por varios días, hasta que se me pasa la emoción.

Bueno, he ahí mi memeación. Se supone que tengo que pasarlo a 6 personas mas. Bueno, sin más pensarlo, yo Isidora, memeo a la siguientes personillas:

Paula

Edgar

F.

Jorge

Amigo

Koni

p.s: espero no se enojen y lo encuentren chistoso.

28.3.07

de los colores del arco iris

el rojo es mi sabor favorito.

26.3.07

Claudio Narea, un artista de múltiples talentos.

El ex guitarrista de Los Prisioneros ha comenzado una carrera como solista. Los desafíos que se ha impuesto no son sólo del ámbito musical, sino que abarcan también el baile y la conducción televisiva. Como un hombre renovado intenta ampliar sus horizontes en búsqueda de un público más amplio.

“Caminemos”, son las primeras palabras que pronuncia Claudio Narea al salir del camarín que se encuentra frente al estudio 9 de TVN. Avanza seguro por el canal, hablando por celular y cargando un bolso deportivo. Tras un par puertas y largos corredores aparece la zona de ensayos, área dramática y bodega del canal. Entre las danzas y prácticas de los bailarines de “Rojo”, una pequeña plazoleta se revela desde un laberinto de pasillos poco iluminados. En el medio, una mesa con dos sillas.
Cansado tras el ensayo general de “El Baile en TVN”, donde participa desde hace ya tres semanas, se sienta y apresta para la entrevista evitando desplomarse. Tras unos segundos de silencio, aflora en él una sonrisa expectante, indicando que está listo para ser interrogado.
A medida que la conversación avanza, se va mostrando más entusiasmado, más ágil; no está claro si le gusta conversar, pero su dulzura y caballerosidad camuflan todo agotamiento físico; se muestra ante la entrevista tan atento como si estuviera sentado frente a una conferencia de prensa.
“Esto es una faceta nueva”, responde cuando se compara al Claudio Narea de los prisioneros con el actual. No cree tener que dar explicaciones a nadie con respecto a sus nuevos proyectos, como la participación en el programa de baile, o en la futura conducción del programa “Frecuencia 54”, del nuevo canal de televisión abierta Canal 54. Se siente bien con los retos, con las demandas físicas que bailes como el tango le han impuesto. Dice estar feliz.
Pero está claro que no es sólo una faceta. El cambio es total. Tras su separación definitiva de Los Prisioneros, Narea se empeñó en desarrollarse como solista. Tuvo que superar las inseguridades que arrastraba desde las épocas más brillantes del grupo, como el miedo a no ser un buen cantante. Asumió el reto de frente y no sólo compuso e interpretó el disco en su totalidad, sino que también actuó como productor. Su último trabajo “El largo camino al éxito”, es la terapia que lo lleva a abrirse a nuevas facetas que nunca imaginó explorar.
“Yo no bailaba, ni siquiera en discoteques y ayer por ejemplo estaba en mi casa y me puse a bailar ahí en el living. Esto me está pidiendo ejercicio, todo lo que no hice durante toda mi vida”. Dice como riéndose, como si no pudiera creer que está vestido en tenida deportiva, con zapatillas y cansado de bailar tango con una bailarina estupenda de televisión.
Espera que estas nuevas actividades, un tanto opuestas a su estilo e incluso a la letra de sus canciones, que en su propia descripción “hablan de idiotas”, logren abrir nuevas puertas para su música. Dentro de estas proyecciones se encuentra la posibilidad de tocar con su banda en algún capítulo del programa de baile y así poder llegar más abiertamente a otro tipo de gente, expandir su música a nuevos públicos.
Considera la música su prioridad, y por lo mismo se ha dedicado a buscar nuevos canales para promocionar sus canciones, sobre todo en el campo de Internet, donde cuenta no sólo con una página en My Space (sitio web de interacción social formado por perfiles personales), sino que también tiene un fotolog y un blog. Explica que la red se ha transformado en un medio muy importante para él, ya que ha podido llegar a personas en el extranjero e incluso ha enviado copias virtuales de su última producción a España e Italia. La simplicidad que lo caracteriza lo lleva a afirmar sin dudar, que si la gente lo conoce y gusta de su música, no le importa que accedan a ella a través de la piratería. “No te voy a decir que si veo a un viejo en la calle lo voy a felicitar, pero si hay gente que no puede comprar los discos pero quiere escuchar mi música, entonces está bien”, asegura.
Tras preguntarle cual es el límite, hasta donde puede llegar con sus facetas en expansión, no duda en negar a la opinología chilena, “no me interesa hablar de la gente” dice con seguridad.
Proyectos también tiene. Muchos. Pero hay un sueño que lo tiene atravesado: volver a un lugar antiguo y hacer nuevamente de las suyas: “Trabajar en radio, hacer un programa mío, hablar de música pero poner música que a mi me gusta”. Dice recordando los años que trabajó en Rock & Pop, viéndolos como un proyecto utópico al cual le gustaría regresar.
El semblante tranquilo que despliega Claudio Narea en cada una de sus expresiones, contiene un aura de satisfacción. El cansancio que pesa en sus ojos es para él un logro, ya que es consecuencia de las decisiones y riesgos que ha estado dispuesto a tomar. Asegura que en parte las cosas que hace actualmente siempre le han interesado, y que la diferencia entre el Claudio de Los Prisioneros y el solista, está en que el segundo es un hombre que está preparado para arriesgarlo todo, que actúa sin temor y enfrentando sus propias limitaciones.
Al terminar la conversación se retira con una sonrisa complacida. Toma su bolso y regresa por el mismo camino que lo condujo a la plazoleta. Vestido con un buzo negro y zapatillas blancas, su caminar falto de guitarra pasa inadvertido por entre los cánticos de los artistas del canal. Luego se dirige calmadamente a buscar a su profesora y compañera de baile, para poder seguir ensayando el tango que en la noche presentará a todo el país.
Isidora Urzúa.
(yiaa)

25.3.07

Cuidado con el rimel, Daniela


Se giró en si misma, enredando el cubrecama blanco con su enorme falda burdeo. Soñaba con su cuello, con su olor. Un movimiento brusco, desesperado, entusiasmado, la despertó impaciente y borró de un parpadeo el sueño que tenía con el amor agónico e hipodérmico del verano que terminaba.
En la misma posición se mantuvo por un rato, observando su brazo derecho completamente extendido en las dos plazas que ahora sobraban en su cama. El calor que cobija el sueño se concentraba en ella; otoñal, emancipado de la estación que le correspondía este año, predominaba cargante en la habitación. Un par de minutos y se vio obligada a abrir la ventana de la terraza.
Como consecuencia, el viento curioso entró prepotente por entre las cortinas blancas, esparciéndolas fantasmales, como buscando algo para botar, romper y trizar.
Luego el silencio y ella descalza por la alfombra del pasillo. El viento violento cerrando la puerta de su pieza de un solo golpe.
Una extraña melancolía la inundaba en esta parte de la historia. Algo así como soledad, un vacío extraño que no estaba acostumbrada a contener, una sensación nueva en el fondo de su pecho, justo ahí entre las costillas.
Buscando una rápida solución a la nueva problemática sentimental, corrió al living, y sacó desde la zona musical un cd blanco. Sin carátula ni referencias, lo puso a andar a todo volumen.

-Te hice este cd para que limpies tu ignorancia musical-

Uno de los hombre de entre sus manos se creía artista. Confeccionaba patéticos intentos de formas originales, sin contenido alguno, que siempre eran comparables casi a nivel de plagio con obras como las de Neruda. Aseguraba ser un gran conocedor de los estilos musicales y se jactaba de ello, siendo la mayor parte del tiempo redundante y aburrido, aunque sus intentos por dominar la guitarra no eran tan malos como los de macerar una metáfora. El cd había sido su último obsequio.
Ella no ignoraba las cosas, le gustaba conocer y experimentar. Pero no le interesaba la música tanto como a él. Además, solía desechar rápidamente las cosas que no le llamaban la atención. De la misma manera, terminó con Diego no mucho después.
Las canciones del pasado comenzaron a bailar a su alrededor. Los eventos, tal como fueron evolucionando hasta llevarla a las emociones actuales, tomaban formas casi palpables tras cada paso que daba en la alfombra; desde el contorneo de sus caderas el dolor se habría paso ineludible y la música sonaba y relinchaba como si proviniera del magnetismo resonante que producían los trozos de alegría al chocar como vidrios en su corazón.
Una extraña euforia se apoderó de ella. Corrió hasta su pieza por el pasillo, abrió la puerta de un golpe y comenzó a saltar en la cama. Las blancas sábanas caían al suelo al ritmo de la música. Las cortinas como coristas detrás de su danza saltarina y el ruido desde el living invadiendo el lugar. La evasión más nueva que se le venía a la mente.
Todo el tiempo, justo encima del único mueble que acompañaba la cama, un espejo largo y redondo se mantuvo en silencio, hasta que decidió hacerse sentir, reflejando la caída negra del rimel por el contorno de su cara. Atenta a su imagen, observándose como a una mentira, dejó de bailar y volvió los pies a la alfombra. De frente al espejo, el sonido de la trizadura volvió a predominar por sobre la maldita música que a estas alturas pedía ser ignorada.
Abrió decidida el cajón secreto dentro del cajón con llave. Levantó los ojos al espejo. Buscó tanteando el revolver que él había olvidado con la prisa. Revisó las balas, arregló el acto. Vio resbalar las lágrimas que mezcladas en rimel y maquillaje burdeo, parecían gotas de vino y barro; estas caían siempre en el mismo sendero, dibujando en su palidez una explicación bastante coherente.
Primero apuntó a su imagen. La miró y le hizo un gesto amenazante. Movió el arma de un lado hacia el otro, girando la muñeca, pero sin quitar nunca los ojos de los del enemigo.
Luego apoyó los codos en el mueble y su cara en la mano izquierda. Con la derecha sostenía la pistola. Comenzó a observarla, a moverla, a mostrársela a la niña al otro lado del espejo. Despectiva la miró como retándola al asesinato. Después volvió a fijar su imagen en ella.
Por último se enderezó y cayeron las últimas dos lágrimas de la velada. Su brazo se elevó al cielo, y desde ahí bajó su mano para acomodar el cañón preciso en la sien. El dedo índice, tiritando en duda, enfrentaba el costado elegido de su cerebro.
Antes de terminar con todo, regresó por un momento a sus brazos, a su olor, a la sensación que la saliva dejaba en su espalda cuando recorría sus vértebras. Las risas, el hambre, las irresponsabilidades, los test de embarazo esperando en el baño, el té que le llevaba a la cama después de una pesadilla. Los pasos silenciosos cuando disimulaba que había llegado tarde.
Desde ese lugar que le había roto el corazón en mil pedacitos, el cañón explotó una bala decidida que con furia trizó el espejo y acabó con la imagen que la soledad había transformado en un vino barroso pero exquisito.
Calló de rodillas con el revólver aún en la mano. Y no logró, desde ese día, volver a controlar los dolores de la vida.

18.3.07

Desde el espacio sideral un canto.


Disculpame que estoy anclada con querer en estas paredes frías y alejadas del otoño que no llega.

Siento asi como un cosquilleo secreto, una risa ridícula; lo que me provoca escribir esto, las palabras que no entiendes, las comas que te comes y la transcripción de un hipo rezagado porque tocas de oído, eso increiblemente bello en ti.

Estoy tocando el timbre equivocado y probablemente las regresiones futuras indicaran lo contrario. Pero si dondoleo y las femeneidades secretas se desenchufan en mi cabeza, a lo mejor me haces una leche con plátano y se me pasa.


Sentí como en mi cabeza, desde mi lóbulo derecho, un escalofrío se entrometía en mis decisiones. No solo tienes que matarlos, me dijo, descuartizalos y asesina sus almas. Sentí como una niña se ahogaba en el patio y como desde el fondo algo me mordía la pantorilla. Luego el arma homicida en mi mano, el cañón en mi sien. La desesperación, no poder dejar de escuchar la voz de Baal Zabut guiar mi masacre. El shok en mi cuerpo contorsionado y el dolor de mi mano, que cerrada como un puño guardaba mi carne entre mis uñas.


Gracias.



(autoliniers.blogspot.com)

14.3.07

Electricidad y sus sinónimos.


En algún momento de octubre, ella y yo nos largábamos del hotel. Las maletas pesaban, las ojeras también, los recuerdos un poco borrosos, se esfumaban entre los gestos encañados que maneobrábamos durante el escape.

Arrastré mi maleta hasta la puerta, me senté en ella y fijé mis ojos en las interminables vueltas que dió antes de decidir que no se le quedaba nada.

Caminamos por el pasillo hacia el ascensor. Silenciadas, mareadas, cansadas, esperanzadas de volver a tener una noche tan buena como la que nuestros cerebros se habían visto obligados a eliminar.

Y mientras esperábamos, se da vuelta sin aviso y me mira fulminante. Escucha...

Agarra la maleta y se pone a correr, ¡Ven!, y de tan apurada sus cosas la persiguen horizontalmente en el piso, y yo que no entiendo, la persigo, como siempre; le grito un par de cosas para que me explique, y el corredor interminable mientras el alcohol en mi sangre rebota en mi cráneo como pelota saltarina, de a mil pasos a mil segundos, tras ella decidida, hasta que se detiene en la última habitación, en la puerta.

Adentro, ensimismados, cantaban mis hombres una canción. Llena de paisajes y de predicciones, me adviertieron de que las cosas se volverían azules después de todo y que se vaciaría la piscina desde donde ellos venían. Pero todo en unos años más.

¿Cómo los escuchaste?, y lágrimas. No sé, bostezos.

Estámos atrasadas mujer, vamonos.

Agarré mi maleta y abandoné el pasillo. Nunca más los ví, ni volví.

12.3.07

Estilo del Fantasma

Ya por añejos vinos,
corre sangre, corren caballos negros, corren sollozos, corre muerte,
y el sol relumbra en materias extrañas.
Sobre el fluir fluyente, abandonado, entre banderas fuertes,
sujeto tu ilusión, como un pájaro rojo,
a la orilla de los dramáticos océanos de números;
y, cuando las viejas águilas,
atardecen tus pupilas de otoño, llenas de pasado guerrero,
y el escorpión del suceder nos troncha la espada,
mi furiosa pasión,
mi soberbia,
mi quemada pasión,
contra "la muerte inmortal", levantándose, frente a frente,
enarbola sus ámbitos,
la marcha contra la nada, a la vanguardia de aquellos ejércitos tremendos,
en donde relucen las calaveras de los héroes.
Si, el incendio en las últimas cumbres;
guarda las lágrimas en su tinaja el vendimiador de dolores,
y sopla un hálito como trágico,
de tal manera ardido y helado, simultáneamente;
suena el miedo, de ser, entonces.
Encaramados a todos los símbolos,
feas bestias, negras bestias nos arrojan fruta podrida, cocos de tontos y obscuras imágenes hediondas,
y los degeneras de verula,
vestidos de perras,
largan amarga baba de lacayos sobre nosotros;
es, amiga, la familia del mundo,
no, es la flor del estiércol, es la flor, es la flor morada y rabiosa de la burguesía;
pero a la medida que nos empequeñecemos de años y de llantos, para bajar hacia la montaña de abajo,
y la figura de la verdad nos marca la cara,
avanzan hijos e hijas, retozando la historia, derrochando, derramando
grandes copas dulces, y el vino y la miel rosada de la juventud, se les caen
como la risa a la Rusia soviética;
tú y yo nos miramos y envejecemos, porque nos miramos,
y porque el arte patina las cosas,
levantando su ataúd entre individuo e infinito.
Ahora, si nosotros nos derrumbamos,
con todo aquello que nos amamos y nos besamos, mutuamente, cargados de vida,
y en lo cual radicó el honor de la existencia,
va a ser ceniza la figura del sexo y de la lengua y del pecho y del corazón, que ya alumbra,
y en los pies estará todo el peso del mundo,
y ya nos vamos llegando, aproximando a la órbita, llenando de dispersión, colmando sombra,
y tu belleza batalla contra tu belleza...
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas,
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos;
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas,
es decir, como tarde, cuando la tarde arrea sus rebaños;
nosotros dos, nosotros, cómo nos morimos, y cómo,
en ti la niña marchita, tan linda,
entristece de dignidad feliz a la mujer hermosa y profunda, como un carro de fuego,
en mí, el adolescente agresivo y estusiasta,
yace en este animal desesperado, con pecho tremendo, que agita la dialéctica;
país de soledad, adentro del cual golpea y revienta el océano,
y es una enorme isla, tan pequeña, que da espanto, y gira rugiendo,
porque dos criaturas están abrazadas;
huele a agua mojada, a paloma amarilla, a novela, a laguna, a vasija de otoño,
y un horizonte de suspiros y sollozos
suspende una gran tormenta sobre las nuestras cabezas
el pájaro pálido de las hojas cedas
aletea a la ribera de los recuerdos, entre los braseros arrodillados,
y retornan las viejas lámparas del pretérito,
la angustia resplandece, como una virtud, en nosotros,
y el terror de los proletarios abandonados
nos raja el pecho, desde adentro como con fuego tremendo.
Imponente como la popa de un gran barco,
amarillo y espantoso de presencia,
el sol inicia la caída definitiva, tranco a tranco, como el buey de la tarde eterna;
besos de piedra,
todas las máscaras de dios se despluman,
y caen destrozados los penachos;
un ataúd de fuego grita desde el oriente.

Pablo de Rokha

11.3.07

Tengo algo que decir al respecto

Creí que no tenía palabras. Lo que le hace la ignorancia a la gente, cierto?
Aprendí una gran palabra para usar en estos casos.

Es...
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
Aunque al oir decirlo suena enredoso,
quien lo dice con fluidez se juzga talentoso.
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
Dom dibi dibi dibi dom dibi da
Dom dibi dibi dibi dom dibi da

Por ser tímido al hablar
cuando era chico yo
mi padre la nariz
con fuerza un día me pellizcó.
Pero luego la palabra
que lo desquició aprendí,
más largo verbo nunca oí
y se pronuncia así, ¡oh!

¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
Aunque al oir decirlo suena enredoso,
quien lo dice con fluidez se juzga talentoso.
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
Dom dibi dibi dibi dom dibi da
Dom dibi dibi dibi dom dibi da

Viajó por todo el mundo
y a donde él pasó
quien oía su palabra
"licenciado" le llamó.

A los príncipes y marajás
que solía encontrar
les soltaba la palabra
y me invitaban a cenar.

Oh...
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
Aunque al oir decirlo suena enredoso,
quien lo dice con fluidez se juzga talentoso.
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
Dom dibi dibi dibi dom dibi da
Dom dibi dibi dibi dom dibi da

-Lo puedo decir al revés:
"Osodilaipxeocitsiligarfilacrepus"
¿pero ya sería mucho, no?

-¡Sí, demasiado!

Si la lengua tienen torpe
no se deben preocupar
ensayen la palabra
y podrán ya recitar.
Con cuidado hay que usarla
porque tiene gran poder.

-Tengo un ejemplo...
-¿Sí?
-Una noche se la dije a mi novia
y hoy su madre es mi mujer.
¡Ay! Una mujer encantadora, claro, je, je, je...

Es...
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!
Supercalifragilísticoexpialidoso...
¡Supercalifragilísticoexpialidoso!


7.3.07

Enferma de Niña.

Hay un problema entre nosotras. ¿Qué nos pasa? Pienso y creo que no hay solución, que la fisonomía, la genética, el mundo, las interacciones o lo que sea nos hizo así.
Mujer tú, mujer yo. Nosotras.
He caminado poco en la vida, he visitado muchos lugares, conocido a muchas personas, he tenido muchos amigos y he perdido más de lo que me hubiera gustado. Tengo también muchos defectos y debilidades, entre ellos el confiar.
Es así como llego a lo que estás por leer.
La desilución oscura que abunda hoy en mis andanzas y groserías, es la enésima traición, las palabras malditas, esos poemas baratos, intenciones maléficas camufladas de las que nunca he podido escapar voluntariamente. Sí, una mujer, o bueno dos mujeres y media.
Las mujeres somos una raza extraña. Errática, incomprensible y adorable. Olemos bien y somos suavecitas; anorgásmicas o multiorgásmicas, de todas maneras con un gran provecho de nuestro propio cuerpo. Tenemos el privilegio de contener la concepción, por ejemplo.
Pero y con tantos privilegios y magnificencias, qué es lo que nos lleva a traicionarnos mutuamente? Han visto ustedes alguna vez a un hombre traicionar a su mejor amigo por ninguna razón aparente?
Las mujeres a través de la historia se han traicionado como si fuera el pan de cada día. No solo entre amigas, sino que incluso entre familiares. Actualmente sigue existiendo en oriente la castracíón de genitales a las mujeres de la familia, que consiste en cortar el clítoris y coser los labios externos con el propósito de quitarle la tentación a la mujer y lograr su purificación. Bueno, es un dato bastante irónico el que estas mutilaciones las llevan a cabo las madres a sus propias hijas.
En un plano más sencillo, por qué si ella no está, las otras dicen cosas que no le dirían en la cara? Por qué nos burlamos de nosotras mismas en vez de ayudar al género? Por qué si te pido que no lo digas, lo dices con gusto?
Es un fenómeno extraño. Aunque si lo ves por el lado amable, menos mal que no tenemos pico, porque sino todas andaríamos con dolor de ojo.
Pero como mujeres, tenemos distintos niveles de traición y sabotaje. Me duele menos que una desconocida me halla levantado silenciosamente a un pololo; un poco más el que una mujer que tan inofensiva se mostraba, escondía un celo de coneja y saboteaba mi relación mientras yo me reía de sus chistes. Me duele, pigmea mía, lo que pasó en Pucón. Y ya a un nivel que me trastorna lo enojada que estoy contigo, supuesta amiga en traición profunda, eres el tope, la gota que me hizo rebalsar el tampax y que me transforma en misogina de tanto que me duele.
Puede que los hombres sean calientes, abusivos, machistas o miles de cosas, pero mujeres encuentras con todas esos adjetivos, solo que silenciados por una gran depiladora.
Hablamos tan ignorantes del día de la mujer, para honrar el fin del silencio en que los hombres nos mantuvieron por siglos; jamás habrá un día que celebre cuando la mujer dejó de sofocarse a sí misma.

p.s: Y la hedionda sudoración de las mujeres cuando el tiritar de la entrepierna se excita al traicionar a una amiga.

6.3.07

Gracias por tu compañía (disculpa la flojera)

La lluvia caía de manera precisa, recuerdo. Me acerque a tu sombra en la cama; dormías muy lindo, preciso también. Me tape con esos abominables plumones que tenías en tu casa. Me pegue a tu espalda y me di cuenta de que aun con todo el calor que producían todas esas cosas que habían en la cama, estabas helado, acurrucado, disfrutando de esa sensación que da esta ciudad en invierno; sensación que por cierto, es lo que te hizo elegirla para vivir.
No es que esté dándome vueltas en cosas superfluas para no llegar al punto donde entiendes por qué escribo esto. No, para nada. Es solo que estoy tratando de aplicar las cosas que he aprendido, evitar caer demasiado en mis defectos, tratar de ser precisa.
Estábamos juntos desde, en ese entonces, un año y medio. Me atrevo a decir que los primeros meses fueron, para los dos, una manera agresiva de eludir la soledad. Yo había llegado recién al país, tu volvías, después de mucho, a la tierra que habías seleccionado de entre tantas que te habían acogido.
Para que recordar el momento en que nos cruzamos. Digamos sólo que ni tu ni yo estábamos, ¿como se dice?, sobrios. Me gusta pensar que el que nos hallamos encontrado después, de día y conscientes, es algo mágico, movido por algún capricho de alguien que no quiso obedecer a lo que estaba predestinado.
Eso. No se cuando nos encariñamos, menos cuando nos enamoramos. Tu sólo te escabullías por los pasillos de la universidad tratando de no ser reconocido, llevando gin entre todas tus fantasías nocturnas mientras yo quemaba aromas en mi rincón estudiantil, inventaba canciones y llenaba mis cajones de lencería roja.
Hubo muchas aventuras. Miles de aventuras. Buenas y malas. Como aquella en que nos atrevimos a entrar en un Púb y fuimos descubiertos por el flash de esa revista que odiábamos pero comenzamos (después de esa noche) a comprar religiosamente.
Pasaba el tiempo, nos volvíamos algo real, palpable, y dejábamos el nido de perversiones donde nos citábamos escapando, como ya dije, de todo ese silencio que, imagino, compartíamos sin querer en las interminables tardes lluviosas en Londres.
Me mantuve unos minutos respirándote; luego te abrasé la espalda y comencé a perderme en tu respirar, llenándome del oxigeno que rechazabas, exactamente al mismo ritmo en que lo hacías tu, y si tuviera como comprobarlo, juraría que nuestros corazones funcionaban también, con el mismo latido.
Estaba feliz.
Mi cabeza comenzaba a conectarse a nuestras percusiones y yo te seguía amando. Las cosas se fabricaban en ese minuto, todo adquiría forma, tomaba color. Nació en ese instante mi celebración, se conjugaban las palabras en mi cabeza, supe que tenia que decirte lo que pasaba mientras dormías. Que tenía que agradecerte de esta manera.
Ese día había terminado por fin la carrera; al día siguiente, iríamos a tu estilista a cortarme el pelo, como habíamos acordado, para celebrar.
Tú respirabas, yo te seguía. En mi cabeza repasaba todos los momentos, escribía lo que te escribo ahora, me escondía en tu espalda, me refugiaba en el pelo que caía en mi frente desde tu cuello, disfrutaba, si amor, era feliz. Pero no podía evitar pensar en que estaba concluyendo mi vida en ese lugar, comenzaba el proceso de volver, de comenzar, de vivir con mis acciones, de seguir el camino que siempre había querido evitar. No podía volver sin ti, no podía disfrutar de las cosas que me completaban; no si no las compartía contigo. Me desespere. Me volví hacia el velador y estirando los brazos comencé a tantear en la oscuridad, tratando de encontrar en medio de la nada, mis cigarros.
Encendí y aspire dos veces, recuerdo perfecto. La calma volvía a mi sangre, tu presencia reinaba de nuevo, me gire para mirarte. Tus cortinas eran un diseño perfecto que evitaba la ya escasa luz de la noche, por lo que voltearme para mirarte era nada más que un trámite físico, pero que ayudaba a mi cabeza a imaginarme tú cara. Lleve el cigarro a mis labios, aspire. La punta se quemaba, el humo salía, y tus ojos relucieron a través de la llama entre mis dedos, revelando tu escondite, tu vigilia secreta, Tus grandes ojos verdes.
Aleje el cigarro de mi boca, desaparecías. Solté el humo. Las yemas de tus dedos acariciaron mi mano, recorrieron lentamente los míos y deslizaste el humo sutilmente desde mis dedos al dominio de los tuyos. Con la misma mano arreglaste mi pelo a tientas detrás de mi oreja, tocaste mi sien, acariciaste mi mejilla. Luego, siempre en silencio, te acercaste a mi, buscando, estoy segura, la intersección de nuestras expiraciones. Luego te quedaste inmóvil, adivinaste mis ojos, me besaste. Tocaste tu frente con la mía…susurraste.

2.3.07

Caminante no hay camino, hija de puta

Iba caminando ese día como si fuera cualquier otro momento repleto de normalidad.
Avanzaba, avanzaba y el día iba menguando como si nada, como si el tiempo me sobrara para caminar hacia donde tenía que ir. Era un sendero lindo, así precioso como mis cosas favoritas, lleno de árboles y flores, olores contundentes a caminata al aire libre. Claro estaba que era otoño o por ahí, ya que me llovían hojas de todos los colores, resbalaban hacia mi cabeza y luego indirectas al suelo, para después ¡crack! la suela de mis zapatos rojos destruyendo lo destruido.
Así iba feliz, tarareando a veces, silbando y todo ese tipo de cosas que se hacen cuando se camina en un paisaje tan lindo como en donde estaba.
Concentrada en una canción en ese momento me encontraba, cuando divisé una sombra en el horizonte. Dije, oh que lindo, puede ser un viajero al que le puedo prestar mi nueva canción.
Pero derrepente la verdad como un azote. Venía ella con la guardia baja. Pamplinas, pensé, no baja nunca la guardia la bruja del abismo, pero ni intenciones de atacarme tiene, ingenua yo en mi cabeza, como siempre.
Dejé que los metros pasaran inadvertidos entre ella y yo, avanzamos y nos vimos las siluetas intactas, pero cuando llegó el momento justo en el que nos cruzamos, y yo creía "que tonta soy en pensar que esta perra me va a atacar", de su manga una daga puntuda y filosa se habrió paso en mi costado derecho para luego caer roja hacia el suelo y rebotar en mis amigas.
Pero el puddle no calculó reacción tras mi herida; no alcanzó ni a respirar cuando en menos de un giro completo de mi herido costado, la cabeza de cínica se le caía ridícula tras enfrentarse el roce perfecto de la espada que mi papá me regaló cuando salió de la Escuela.
Seguí mi camino derechito, pensando y viviendo el goce que dá decapitar a ciertas prostituas al aire libre.

1.3.07

Aquí en mi cabeza.

Estuvo toda la noche pensando en como decirselo. No sabía realmente cuales eran las palabras. Una extraña confusión semántica. Como lo hago, "Te olvidé" o "Te recordé"?
Y bueno, decidí que mejor yo lo hago por ella, pobrecita, estuvo por horas tratando de explicarte que por fin logró, como tú, reencontrar la sensación de ese vacío que deja la gente como nosotros cuando se va, con el recuerdo de un momento muy antiguo en un video muy viejo que traía consigo las maceraciones de esos típicos problemas pololeales que los acongojaban cuando recien comenzaron.
Quiere decirte también, que cuando la escuchó te recordó desde el olvido, así como ese sapito alguna vez me dijo, que sufrir por amor era innecesario, porque las cosas coagulaban y se pegaban en la sangre como recuerdos infalibles. Llorar, para que?