19.2.07

pmsing

Despés de cierto tiempo, las palabras se ahogan un poco en la saliva del teclado. Saliva o soya, como prefieran. Uno piensa entonces, que la inspiración es un tanto vaga por estos días, que a lo mejor es el invierno que congeló las ancianidades de mi cabeza, o que talvez el fallido Transantiago me dejò sin ideas a tal punto de tener que citarlo para demostrar poca originalidad.
Se vagan por estas ideas semi-confusas, un-tanto-cursis, escribo-mejor-ebria, cuando el típico rayo de sol ilumina la pantalla del vacío espacio donde ahora deletreo a Pablo, figurándome como en una película gringa, heroína que ve la luz reflejada en sus ojos y encuentra así la inspiración necesaria para ganarse un nobel con el libro del siglo.
Paradójico-satírico pienso, el rayo divino que complejamente se abre camino desde la aburrida pantalla hasta mis pupilas y produce un efecto tal de espejismos egipcios que, en un contorneo como de tango dentro de mi interior, la luz en su efecto irónico me llega y anuncia con gran solemnidad nada màs que mi menstruación de febrero.

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